Comentario
Independientemente de su cosmopolitismo, la milenaria civilización egipcia presenta rasgos que ponen de manifiesto sus raíces africanas y que se entrevén -pese a la actual investigación aún hoy ardua e incompleta- en ciertas relaciones. Así, es sabido que numerosos soberanos africanos, siguiendo las pautas impuestas por la institución faraónica, habrán de ser considerados por sus vasallos como portadores o vicarios de Lo Sagrado, lo que les hace poseedores de un poder en cierto modo omnipotente que se suponía extensivo al clima, ritmo estacional y diversos meteoros, hasta el punto de lograr la lluvia a su antojo.
Asimismo, si el faraón siempre demuestra su virilidad y vigor con el ejercicio de la caza, el rey africano será casi siempre presentado como un rey cazador. Grandes animales de temible poderío, como el león o el toro, serán asociados a la realeza... Cabe recordar asimismo -aunque se desconozca su auténtico simbolismo- la utilización por los faraones de plumas de avestruz, que pasarían a constituir, junto con otros trofeos y figuraciones animales de la fauna africana enseñas ya heráldicas, ya clánicas que algunos egiptólogos han asociado a los signos y enseñas -cuando no totems- que diferenciaron en nomos a los grupos territoriales o tribales que conoció el Egipto predinástico.
La africanidad del Egipto faraónico se pone asimismo en evidencia en el terreno religioso, donde indudablemente se aprecia un origen autóctono de cultos, mitos y ritos. Ahí están los nombres dados al Dios-Carnero y su culto como Amon, cuyo origen libio parece hoy incontrovertible.
En el terreno ergológico podrían asimismo aducirse diversos ejemplos no sólo de la vida cotidiana, sino también de la vida colectiva y del ceremonial. Desde la utilización de taburetes y reposacabezas de inspiración ergonómica común, hasta el empleo de concretos productos vegetales aromáticos, que se queman en rituales particulares. Es notable también que el soberano egipcio asuma concretos tocados que pudieron ser imitados por otros pueblos africanos; el uso de cetros / fustas por ciertas jerarquías; la difusión alcanzada por algunas armas arrojadizas (desde proyectiles lanzados por propulsor, a multipuntas y el mismo boomerang y armas asimiladas, de amplia utilización no sólo en Egipto, sino en concretas regiones del continente negro).